jueves, 2 de febrero de 2012

CAPÍTULO V (donde se continúa exponiendo las diferentes teorías sobre el ibero-vasquismo)

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, Página primera del capítulo que hoy resumimos y comentamos (hoja 30 de TEXTOS IBEROS), donde Mario Gómez-Morán narra como antes de Humboldt, muchos otros teóricos ya habían propuesto la hipótesis de que el vascuence era el mismo idioma que el ibérico. Entre esta élite de sabios que desde el siglo XVIII comienza a afirmar que al epigrafía prerromana de la Península había sido escrita en una lengua cercana al euskera, se hallan fundamentalmente sacerdotes de la Compañía de Jesús. Destacando entre ellos el Padre Larramendi que en 1727 ya defendía a ultranza la hipótesis vasco-iberista. Pese a ello, las argumentaciones para apoyar tales teorías se basaban en gran parte en conjeturas de tipo religioso, llegando a acudir a Las Sagradas Escrituras, para intentar mostrar y demostrar cómo el vascuence era el idioma más antiguo de la humanidad. Pese a ello, nunca hay que olvidar que Larramendi fuera uno de los más insignes filólogos de su época, creando varios diccionarios (entre ellos de vascuence) y dejando una gran obra lingüistica.

EN LA FOTO BAJO ESTE PÁRRAFO: Trozo cerámico con inscripción ibérica procedente de LIRIA (Liria I, tal como lo regoge el profesor Flechter en su Corpus, perteneciente al Museo Arq. de Valencia al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Traemos esta imágen como encabezamiento a las teorías del vasco-iberismo por la problemática que presenta el hecho de que los carácteres del alfabeto ibérico tengan tan marcados rasgos egeos y fenicios. Para darnos cuenta de nuestra afirmación bastará con observar los signos del alefato púnico, junto a las "letras" griegas arcaicas, para comprender que el alfasilabario perromano de nustra Península es de origen mediteraneo-oriental. Emparentado con los silábicos creto-chipriotas, con los abecedarios helenos más antiguos y, sobre todo, descendiente de los alefatos semitas (muy cercano a lo pùnicos e incluso al hebreo).


Tal como decíamos en las anteriores entradas, la hipótesis del vasco-iberismo presenta múltiples problemas, entre los que destaca poder explicar el origen del alfabeto usado en la epigrafía prerromana. Ello porque partiendo del hecho cierto -como lo es- de que los carácteres del alfasilabario ibero son egeos y fenicios -muy cercanos a los usados en el Oriente Mediterraneo (preferentemente desde el siglo VIII a.C.)-. Habríamos de explicarnos por qué los iberos toman de sus colonizadores (o importan) unos símbolos, para escribir en un idioma  propio. Es decir, qué razones les lleva a usar caracteres mediteraneos para inscribir una lengua totalmente ajena a las mediterraneas; a menos que aquella en que escribieran fuera en algo comñun a la utilizada por los que le "culturizan" entonces (fenicios, griegos, anatolios y etc.; llegados con profusión desde el siglo VII a.C a nuestras costas). Quizás la explicación a este extraño hecho podamos encontrarla entendiendo y estudiando otras colonizaciones, como por ejemplo la latino-americana realizada por españoles. Donde los europeos aportaron una escritura alfabética romana para América, con la que se recogieron textos en lenguas indígenas precolombinas (especialmente nahoas  -mayas y aztecas-). Pese a ello, en esta circunstancia colombina que recogemos comparativamente, existen y conviven igualmente las lenguas europeas junto a las mesoameroanas. Por lo que no se daría un hecho tan extraño como el sucedido en la Iberia Prerromana; donde se supone que tomaron los símbolos de unos alefatos y alfabetos grecofenicios, para  darles otro sentido y escribir en un idioma ajeno a los del Mediterraneo. Es decir, como si en la América postcolombina se hubiera copiado parte del abecedario latino, para conceder un valor distinto a cada signo y luego escribir en los idiomas autóctonos (nahuatls).

De tal manera, la inscripción que hemos recogido en la foto superior está hecha con signos ibéricos, pero que son muy similares a los griegos o fenicios. De tal modo,  si aparecieran en una cerámica helena antigua, su interpertación sería muy diferente; por lo que essos caracteres del Liria I, leidos desde un alfabeto arcaico egeo hubiéramos de interpretarlos con los valores que el idioma de Homero daba y que eran (aproximadamente): . Pero no es una incripción grecoarcaica y su transcripción como tal carecería de sentido si lo intentamos trarducir partiendo de alfabetos griegos, dado que su verdadera lectura ha de hacerse desde el alfasilabario ibero (muy complejo y descubierto desde mediadois del siglo XX). Siendo su transcripción: BA-N / U-N-S-KE-L-TE-I-A-O / BA-N .

Evidentemente el sonido y hasta la forma gramatical de las palabras "ban unskelteiao ban" tienen un carácter "muy ibérico", tanto que verdaderamente suena a euskera. Pero en nuestra interpretación y a mi modo de ver (sobre el sistema por el cual han de traducirse los textos iberos), su significado parece hacer referencia a una tribu prerromana. De tal manera, es nuestra opinión (la mía al menos) que esta cerámica de Liria, que tomamos como ejemplo para ilustrar la complejidad de la traducción del iberismo; puede mencionar a una gens ibérica, de tipo celta. Leyendo claramente en su centro las palabras UNS KELTEIAO, que significarían a mi parecer y en idiomas iranios y protoindoeuropeos: Unión Céltica = "iuns-keltie". Ello se precede y sigue por el término BAN, que posiblemente habría de señalar a "algo referido a la tribu que encarga" (el plato cerámico).

Pudiendo llegar a traducirse este "texto" de Liria I desde el vascuence como: "BAN(atu) UZ(tarri) KELTEIAO BAN(atu)". Partiendo de estas palabras propongo analizarlo sabiendo que en euskera "BANATU" se interpreta por "difundido, encargado"; "UZTARRI", se traduce por "junta, unión" y KELTE es claramente "celta". De lo que su aproximada interpretación sería "Difundido, encargado por la unión celta, que lo difunde (encarga)".

Pero a su vez puede traducirse desde radicales protoindoeuropeos y curiosamente su interpretación nos daría un resultado muy similar. Siendo así: BAN, una forma proto-egea de la cual nacerían palabras como la beocia Gens () que deriva hasta "Gines" (  en griego mujer). Pudiendo interpretar BAN por EGUN, EBAN de lo que significaría "gentes". Tras ello, en la inscripción vimos como a continuación pone UNS-KELTEIA. "UNS" que claramente identificamos con el término protoindoeuropeo que origina nuestra voz UNION , cuyos radicales son: IUS, US, UNS, IU, con significado común de "unidad". De lo que US-KELTEIA se puede traducir por "unión celta". Palabras que se siguen de nuevo por "BAN" que interpretamos como forma antigua de "GENS". De lo que su tradución desde el protoindoeuropeo sería: ...GENTES (tribu) DE LA UNIÓN CELTA, GENS...

Pero, no nos adelantemos a los hechos y conclusiones personales y sigamos con TEXTOS IBÉRICOS; puesto que tiempo habrá para presentar traducciones y teorías.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, página siguiente de TEXTOS IBEROS en la que continúa hablando de los vasco iberistas; citando en primer lugar las discusiones de Mayans y Larramendi. Disputa sobre el ibero realizada en un tiempo en el que ni siquiera el alfabeto de esta lengua estaba transcrito, por lo que las teorías de aquellos siglos -XVIII y XIX- no pueden en modo alguno admitirse como científicas (tan solo como simples hipótesis). Tras el padre Larramendi, Erro y Aspiroz siguió su labor, llegando a afirmar que el origen de los alfabetos griegos estaba en el ibérico; un error comprensible dadas las similitudes entre estos (aunque que es como quien asevera que "un padre se parece a un hijo" -alterando la cronología generacional-). En todo ello y en estas hipótesis vasco-iberistas parece que la Compañía de Jesús tuvo una gran importancia, potenciando sus filólogos durante los siglos XVIII y XIX una gran parte de los estudios que "demostraban" cómo el ibero era el origen de la lengua euskalduna.


ABAJO: Alineamiento megalítico de Évora (Portugal) denominado Almendros. Data de los milenios IV al III a.C. y consiste en uno de los cromlechs (observatorio astronómico) donde más claramente se vislumbran las posiciones de grandes bloques para estudiar los planetas. Lo recogemos en esta imágen, con el fin de exponer cómo desde el V milenio a.C, en la Península ibérica y en el Litoral Cantábrico de España y Francia se desarrolló una de las primeras civilizaciones. Esta cultura adoradora de los bloques pétreos y generadora de megalitos se mantuvo dominante hasta la plenitud del Bronce en nuestras tierras (metal que se expande desde el II milenio a.C., a la llegada del hierro -hacia el siglo VIII a.C.-). Por ello, la más longeva civilización y la primigenia de Occidente es esta de los bloques de piedra. Abajo tratamos sobre el problema que plantea si el vascuence, los vascos (o los íberos) pudieron ser los descendientes de estos hombres que crearon aquella cultura megalitista.


La pregunta de "quiénes fueron los iberos y dónde se originaron", es hartamente difícil de responder. Pese a ello que si entediéramos las fases del Neolítico y del Bronce Hispano, quizás pudiéramos vislumbrar alguna luz sobre todo ello. Por lo que para intentar saber quiénes eran los iberos, antes hemos de exponer los periodos más importantes que desde el "Bajo Lítico" se dieron en nuestra Península. Habiendo que destacar como desde el V milenio a.C., ya se expande una primera civilización (antes citada) y que era la dolménica o megalítica; cuyo centro de irradiación parece ser fué el litoral atlántico. Así, en zonas como el Sur de Portugal (Alentejo) o en las costas de Galicia, tanto como en la Aquitania y en el litoral francés (cercano a Burdeos); entre el V y el III milenio existe una profusión de alineamientos, dólmenes y menhires que corresponen a esta cultura adoradora de los grandes monolitos (posiblemente importada desde Oriente, por buscadores de oro, plata y ámbar). De dónde llegaron los constructores de megalitos, o si estos fueron gentes autóctonas, aún no podemos saberlo; más lo que sí parece evidente es que sus movimientos y motivaciones "casan" de algún modo con los periodos orientales de crisis y aculturación (sobre todo de Egipto y Mesopotamia). Pudiendo deducirse que fueron gentes venidas hasta Occidente en busca de oro, plata y ámbar; o bien que se tratase de una civilización generada por personas huidas de las guerras y periodos de incetidumbre, que en el Nilo, o en el Éufrates, entonces se vivían.

Tras aquellos, y seguramente por influencia de otros pueblos venidos desde el Oriente Mediterraneo (precisamente a comienzos de las primeras dinastías egipcias) se produce en el Sur peninsular una nueva "era". Ella es la llamada Cultura de los Millares, nacida en Santafé de Mondújar -junto a Almería-. Descendiente plenamente de las megalitistas y en contacto con aquellas, pasa Los Millares a crear una "sociedad nueva" y metalúrgica, que perdura desde comienzos del IV milenio a.C., a fines del siguiente (durante unod diez siglos). Así, hacia el 2100 a.C. entra en decadencia Los Millares y se inicia un nuevo periodo, precisamente en un lugar muy próximo a su centro de irradiación, también en Almería y esta vez junto al Cabo de Gata. La "heredera" de Los Millares es la llamada Cultura de El Argar, por desarrrollarse junto a aquellas minas de plata. Pero El Argar, que sigue en parte a la anterior civilización, también decae hacia el siglo XVII a.C., para desaparecer paulatinamente desde el 1600 a.C.. Desde entonces (el siglo XV a.C.) las civilizaciones de influjo mediterraneo pleno parece que no se vuelven a dar en nuestras tierras y lo que se llamaría Iberia desarrolla sociedades propias, todas ellas como herederas del megalitismo, de Los Millares y de El Argar.

Es aquel tiempo, cuando aparece un fenómeno cultural que pudiéramos llamar "preibérico" y que carece de denominación verdadera. Puesto que los pueblos que conviven y perviven tras El Argar, cohexisten desde este siglo XV a.C. hasta la llegada del Hierro y de los colonizadores  marinos (fenicios y griegos). No teniendo una denominación común ni unitaria este periodo que va del 1600 al 800 a.C.; sus sociedades en la Península se diferencian por los nombres que van dando a sus múltiples yacimientos. De tal modo en la Meseta Central podemos encontrarlos bajo la catalogación de Cogotas I, por ser este poblado avulense donde se hallaron restos del periodo del que hablamos (entre la caida de El Argar y la llegada de los colonizadores orientales). Pese a ello, en Levante, Portugal, Norte Peninsular y etc, los hallazgos se "conglomeran" en diferentes denominaciones, entre los que destaca la "etiqueta" Bronce Final o bien Megalitismo Final. Pero esta etapa es la que hemos de considerar como "fragua y forja" de una civilización puramente ibérica, que quizás generó la diferenciación entre todos los pueblos penisulares y sus vecinos (distintos ya entonces). Puesto que más tarde, desde el siglo XI a.C., la Península ya fue recibiendo múltiples "visitantes" que terminaron por colonizarla, entre el 900 y el 700 a.C.. Gentes llegadas a nuestras costas pero que ya vislumbraban a los iberos como un pueblo aglutinado y con rasgos comunes.

De tal modo, ya dijimos repetidamente cómo primeramente aparecieron en nuestras costas los fenicios (hacia el siglo XI a.C.), seguidos por los griegos (rodhios) venidos a la zona de Cataluña después del 900 a.C. y finalmente los celtas (quienes entran por tierra, cruzando los Pirineos trás el 800 a.C.). De estas diferentes civilizaciones y de ese crisol de culturas y colonizadores hemos de obtener cual era el componente, o lo que realmente pudiéramos denominar "ibero". Puesto que hubo un nexo o amalgama inicial llamada Iberia, conocida por todos los que visitaban la Península; tanto que parece cierto como ya en el siglo III a.C. se podía distinguir entre el celtíbero (galaico-portugués), celtíbero de la Meseta, el ibero-fenicio (turdetano), el greco-ibero (rodhetano de Cataluña), o el heleno-cartago-fenicio (levantino) y largo etcétera. Así los habitantes de nuestra Península tenían decenas de epítetos y tipologías, con las que se denominaban a sus distintos pueblos, quienes se habían mezclado con cuantos vinieron en busca de sus metales y sus riquezas (o bien para establecerse huyendo de las crisis del Mediterraneo Oriental). Pese a lo cual, nadie negaba en el siglo III a.C. que se llamaba iberos de manera unitaria a los que moraban desde Gadir hasta los Pirineos, y desde Lisboa hasta los Islas Beleares.

Pues bien, en todo lo expuesto parece que el componente "ibero" como tal hubo de ser aquel surgido de el Eneolítico y de la civilización megalitista, que se fraguó en Los Millares y en El Argar, para consolidarsetras tras la caida de estas civilizaciones. Pudiendo decirse (a nuestro entender) que "lo ibero" ha de ser casi un sinónimo de megalitismo-Millares-Argar y Bronce Final, pero sobre todo de la decadencia de estas sociedades calcolíticas (hecho que se produce desde el siglo XV al X a.C.). Debiendo entenderse que previamente a la llegada de los colonizadores del Mediterraneo Este (fenicios y griegos) ya existían unas lenguas y culturas comunes en toda Iberia; confirmando una pluralidad mayor cuando aparecen los Hombres del Hierro. Es decir: Que desde el siglo XV al X se conforme por decadencia del Bronce un estrato cultural y de población que ya es el que llamaríamos ibérico. Existiendo una unidad en toda la Península que conocen y comprueban quienes desde el siglo VII a.C. nos "visitan" (para colonizarnos).    

De tal modo y de tal manera habríamos de preguntarnos si ibero es realmente solo aquel pueblo descendiente del megalitista, de Los Millares y de El Argar, que quedó como heredero en la Península hasta que llegaron las gentes del Egeo y Asia Menor en El Hierro. O más bien la realidad sería considerar  "ibero" a una denominación que se da a estas sociedades de origen megalítico, asentadas en la Península y que luego renacieron gracias a Los Millares o El Argar; pero que más tarde reflorecieron al relacionarse (o mezclarse) con los diferentes colonizadores llegados desde el Oriente Mediterraneo (entre los siglos XII al VI a.C.). La respuesta la tiene la Historia, pero la realidad es que ya en tiempos de los romanos se distinguía entre el celtíbero, el turdetano, o el galaicoibero; de lo que hemos de suponer que por ibero ha de entenderse este pueblo heredero del megalitista, de Los Millares y de El Argar, que quedó como remanente y en espera de los colonizadores. Siendo los surgidos tras la mezcla con los nuevos aculturadores de la Edad del Hierro: Celtíberos, galaico-ibero, luso-ibero, o ibero-túrdulos. Quienes a su vez vuelven a ser iberos, puesto que aquellos anteriores habían nacido igualmente gracias a la colonización de gentes llegadas del Mediterraneo entre los milenios IV al II a.C..
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, página siguiente de TEXTOS IBÉRICOS, donde trata sobre otras teorías ibero-vasquistas del siglo XIX (concretamente las del padre Julio Cejador).
ABAJO: Idolillo en pizarra de los que se hallan en Évora (Portugal) y del tipo muy parecido a los que también se esculpen en jarros de El Argar (se trata de una réplica de una pieza de museo Alentejano). Fechados entre el III y II milenio a.C., estas figuritas de barro negro (o piedra), preferentemente grabadas en pizarra, son un ejemplo de la unión entre la cultura almeriense de Los Millares y El Argar, con toda la civilización megalitista. La profusión de aparición de este tipo de estatuillas y amuletos, por todo el litoral atlántico portugués muestra que los hombres del megalitismo compartían muchos de sus ritos, deidades y hasta quizás mitos. Con los "ojos del universo", y un diseño similar a los que se hacían en Mesopotamia en igual época, estos idolillos nos han llevado a pensar que las culturas de la Península tuvieran pleno contacto con las del Oriente Mediterraneo.





JUNTO ESTAS LINEAS: Siguiente página de "Textos Iberos" en la que habla del barón von Schuchardt, filólogo de grandes conocimientos que siguió las teorías ibero-vasquistas de Humboldt. Tal calidad tuvo su estudio que Ramón Menéndez Pidal le consideró el verdadero descifrador y descubridor del enigma ibérico, llegando a resolver el problema de su origen euskaldún. Pese a ello, realmente el enigma no había sido desvelado, ni menos el ibero traducido.



JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, última hoja del capítulo V en la que explica los casos de declinación del vascuence, en relación con el ibero; tal como el barón de Schuchardt expone en su obra, proponiendo una "iberische declination" conformada en solo cinco casos y basada en el euskera (aunque el batua pueda llegar a diecisiete casos declinativos).
ABAJO: Cerámica del siglo V a.C. que representa a Teseo desembarcando en Creta, antes de vencer al Minotauro (detalle del vaso lamado "de francoise", propiedad del museo arqueológico de Florencia, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Esta escena rememora los años en los que el Imperio Minoico cae (es destruido) y comienza Micenas, que se personifica en Teseo (el Tesalio). Siglos en los el reino de Minos se derrumbó, sabiéndose (tal como también narra la leyenda), que los huidos de Creta, marcharon al Occidente. Abajo y para termninar comentamos sobre este hecho y el significado de la llegada hasta nuestras tierras de gentes venidas tras el siglo XVII a.C. desde el Oriente Mediterraneo, hasta la Península Ibérica.


Como final, a la pregunta sobre qué pueblo y qué gentes (o culturas) fueron realmente los iberos, contestaremos del siguiente modo: Si el megalitismo, Los Millares y El Argar fueron civilizaciones venidas desde el Mediterraneo Oriental, no menos hubieron de serlo aquellas otras que surgen a su decadencia. Pues tras el siglo XVII a.C., la desaparición de El Argar y el "atraso" en el que se sumerge la Península Ibérica solo puede tener una explicación. Ello es que en nuestras tierras se estuvieran reflejando y proyectando las convulsiones y desastres que por entonces sufría el Este del Mediterraneo. Nos referimos a lo sucedido con el terremoto y volcán del Tera Santorino, que erupcionó hacia el 1650 a.C. destruyendo el imperio Minioco y todos los alrededores civilizados, donde aquella catástrofe sucumbió. Meses de lavas volcánicas, años de lluvias ácidas, el Mediterraneo pleno de piedras pómez y contaminado por cenizas durante un largo periodo (tanto como cambios de climas, veranos cubiertos de nubes y un desastre de tamaño incalculable); es lo que sucedió a mediados del siglo XVII a.C. en las proximidades de la capital de Creta. El volcan del Tera, cuyo "nacimiento" fue dos o tres veces más virulento que el del Krakatoa, destruyó gran parte de las civilizaciones que le circundaban (en especial la minoica y la chipriota). Debiendo ser entonces cuando los cretenses, anatolios y gentes del Egeo o el Cicládico hubieron de huir de sus tierras, estableciéndose algunos en la franja frente a Chipre (adoptando luego el nombre de filisteos) y muchos marchando hacia Occidente (por no tener dónde refugiarse). Por su parte, Egipto entró en una crisis de tal virulencia que cayó en manos de los Hicsos, gentes (posiblemente refugiados de áreas próximas al volcán) que venidas desde Anatolia y zonas del Sinaí, invadieron el delta e hicieron huir a los ejércitos del faraón al Sur (final del Impero Medio).

Este hecho es el que recuerda la leyenda de Teseo, cuando aquella narra como el héroe venció al Minotauro (toro de Minos), liberando a los micenios del yugo de los cretenses. Imagen que recogemos en la foto superior y que corresponde al periodo en el que los minoicos realmente hubieron de huir desde el Oriente Mediterraneo (algunos a Anatolia, muchos a Oriente Medio, pero también muchos hasta nuestras tierras). La caida del Imperio de Minos, debido a la crisis y el desastre del volcán desde el 1650 a.C., de seguro conformó un periodo que igualmente llevó a la decadencia de El Argar en nuestras tierras. Pese a ello, hemos de creer que gran parte de los egeos y anatolios que lograron salvarse de la catástrofe, sin hogar ni lugar donde habitar se llegarían hasta Occidente, donde se establecerian. Viniendo muchos finalmente en la Península, naciendo de este momento lo que se denomina el Bronce Final Ibérico, que tiene una características muy relevantes, puesto que pese a ser un teórico periodo de decadencia, su nivel en joyería, orfebrería, minería y artes es altísimo.

Quizás surgió así lo que es el mundo y la cultura iberica (propiamente dicha), "provocada" por los huidos del Oriente mediteraneo, tras el desastre del Tera. Dicha hipótesis explicaría los por qués de tanta aceptación de colonizadores, tanto como el origen de los idiomas iberos (que pudieron venir del área anatólico-cretense); por lo que nada extraño tendría que siglos más tarde decidieran escribir aquellas lenguas importadas desde el Egeo (de sus islas o Asia Menor), en caracteres cercanos a los creto-chipriotas. Por todo ello creemos que habría de plantearse si el mundo ibérico no es sinó más que la continuación del minoico o del oriental anatolio,  trasladado despúes del Tera Santorino a Occidente desde el siglo XVII a.C. (tanto como el propio vascuece puede tratarse de un idioma protoindoeuropeo, cercano a los egeos y muy próximo a otras lenguas emparentadas con aquellas, tales como el hitita, venida por mar en la Edad del Bronce).














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