domingo, 19 de febrero de 2012

CAPÍTULO VIII: Sobre la hipótesis griega.

[ -Recogemos las páginas principales del libro "Textos iberos" (en imágenes); resumiendo a su lado el contenido, para quienes no tuvieran tiempo de leer las hojas fotografiadas. Tras ello y en virtud de lo que se va exponiendo, añadimos nuestros comentarios y teorías. Opiniones personales, disertaciones e hipótesis sobre lo dictado en el libro, que incluimos en párrafos continuados a las fotos y en letra cursiva. Teorías propias que en algunos casos estarán de acuerdo con las incluidas en el texto que resumimos, aunque en otros, serán muy distintas-.]

AL LADO: Primera página del capítulo VIII de TEXTOS IBEROS; en este se explica la tesis sobre el posible origen griego de la lengua escrita por los iberos y cómo esta queda probablemente desechada desde el siglo XIX, debido a un engaño que sufre su mayor valedor: Juan de Dios de Rada. Un ilustre hombre de cultura de hace más de cien años, quien confió en la epigrafía y esculturas que le fueron presentando como "halladas" en un monte cercano a Yecla. Llegando a traducir varias lápidas que habían falsificado y que le dijeron procedian de este Cerro de los Santos, aunque en verdad fueron obra de "un relojero" llamado Juan Vicente Amat. El yacimiento era de enorme importancia y desde 1860 comienza a estudiarse; aunque tristemente el mencionado falsificador (un decenio más tarde) se autoproclama su descubridor. Afirmando así haberlo excavado y tener una colección de arte ibérico de valor incalculable; mezclando esculturas talladas por él, con otras compradas en diferentes lugares, junto a los restos verdaderos que había sacado de aquel Cerro próximo a Yecla.

BAJO ESTAS LINEAS : Retrato de Juan de Dios de Rada y Delgado. Uno de los arqueólogos más insignes de su tiempo (sinó el más prestigiado). Catedrático de Arqueología, Epigrafía y Numismática. Senador del Reino y viajero incansable, completó sus estudios con campañas arqueológicas por todo Oriente Medio, Egipto y Grecia; llegando a ocupar los cargos más relevantes del mundo de la cultura y la Historia en nuestro país en el último tercio del siglo XIX. Dedicó su escrito de ingreso en la Academia de la Historia (en 1875), a las esculturas del Cerro de los Santos; incluyendo tristemente un análisis que abarcaba gran parte de las falsificadas por Amat. Algo que llevó a concluir que era el griego el idioma en que estaban escritos estos epigramas iberos (muchos de ellos falsos, que transcribió y tradujo, junto a otros auténticos). Muy posiblemente, tras este gran engaño y fracaso del prestigiado Juan de Dios de Rada; la tesis de que el idioma de los textos ibéricos pudiera estar emparentado (de algún modo) con lenguas helenas, quedó desechada -incluso "maldita"-.


AL LADO: TEXTOS IBEROS, Continúa la historia sobre el Cerro de los Santos, donde Paulino Savirón y Esteban (académico de San Fernando) fue hacia 1870 enviado a tomar planos del yacimiento y a realizar diversos dibujos de este. Allí, ese famoso grabador entró en contacto con el "relojero" de Yecla (llamado Juan Vicente Amat) quien le vendió un gran número de esculturas que afirmaba él mismo había excavado. Tanto fue así, que Savirón invirtió la mayor parte de los fondos asignados para 1871, al estudio y excavación de aquel antiguo templo aparecido junto a Yecla. Comprando decenas de estas esculturas, que una vez traidas a Madrid ya levantaron sospechas sobre su autenticidad. Poco después se pudo demostrar que una parte se trataba de falsificaciones realizadas por el mencionado joyero, lo que supuso a Juan de Dios de Rada un escándalo. Ello, porque aquel ilustre académico, era además de profesor de arqueología, epigrafía y numismática, el director del Museo Arqueológico y quien había dado el beneplácito para su compra. Para mayor tristeza (como hemos dicho), Juan de Dios de Rada, había traducido gran parte de la epigafía contenida en estas falsificaciones; publicando sus conclusiones en su discurso de ingreso en la Academia de la Historia. Hechos estos, que no solo desacreditaron en parte a este magnífico hombre de cultura; sinó que fundamentalmente dejó absoleta e inaceptable su teoría sobre la lengua ibera, en la que se afirmaba cómo los textos ibéricos habían sido escritos en un idioma cercano a los helenos.

BAJO ESTAS LINEAS: Escultura de un matrimonio oferente del Cerro de los Santos. Este yacimiento que comprende un santuario sobre un monte, situado en Montealegre del Castillo (Albacete); parece que estuvo en uso desde el siglo IV a.C., hasta comienzos del IV d.C. -cuando ya Roma ordena destruir los templos no cristianos-. La gran mayoría de sus esculturas, como la que en la foto vemos, se contienen imágenes oferentes o votivas, fechables entorno al siglo III a.C. (que han de suponerse regaladas al lugar sacro ibérico, por sus fieles). En su gran mayoría, aparecen "retratados" ricos habitantes de la Hispania Prerromana, que lucen precisos tocados, con preciosa joyería y una bella moda, que ha de suponeres procedente principalmente de Cartago y de Oriente Medio. En la foto: Matrimonio (hombre y mujer) iberos que ofrecen una libación -vaso en mano-, ataviados con preciosas túnicas en pliegues y tocados a modo oriental (cargados de ricos adornos). Sus paralelos con la escultura de lugares del Este mediterraneo -como por ejemplo la de Chipre (muy anterior a esta época del Cerro de los Santos)-; tanto como lo "ostentoso" de sus adornos y sus rígidas posturas. Nos hacen pensar que este pueblo asentado en las inmediaciones de Yecla (hace unos dosmil quinientos años), era rico, culto y -sobre todo- muy influido por costumbres del Mediterraneo Oriental.


Parte en este capítulo Mario Gómez-Morán de una "sospecha" fundada, explicando que debido a esas falsificaciones del Cerro de los Santos y al "fiasco" que produjeron las traducciones de su "imitada epigrafía" desde el griego, seguramente se desechó la hipótesis greco-ibérica. Puesto que aquel timo -de seguro- motivó el abandono de la tesis que acercaban la lengua escrita prerromana de nuestra tierra, a alguna de las más antiguas del tronco heleno. Teorías que defendían la raiz oriental de nuestro idioma más antiguo, que nacieron hacia 1850 por dos motivos: Primero tras la aparición de las falsas esculturas de Amat. Pero sobre todo porque habiéndose ya avanzado muy poco en transcipciones con otras hipótesis lingüísticas; ya desde mediados del siglo XIX, los investigadores comenzaron a suponer que aquellos escritos iberos pudieron tener un nexo común con los griegos (o proceder de Anatolia). Tesis, que como decimos quedó "maldita", tras haber traducido Juan de Dios de Rada por este medio gran parte de las falsas inscripciones del Cerro de los Santos. Y que principalmente se abandona, cuando aquel gran hombre de la cultura, que escribió su famoso discurso de ingreso en La Academia de la Historia analizándolas como buenas (hallando etimologías egipcio-helenas). Queda en gran evidencia, al demostrarse poco después que habían sido recientemente grabadas por el llamado "relojero de Yecla".

Un rocambolesco asunto, debido a la mano y a la ambición de un loco, quien entre sus dedicaciones tuvo la de sacamuelas y curandero; pero que se logra asentar como "anticuario, relojero y joyero" en Yecla. Así hacia mediados del siglo XIX, Juan Vicente Amat aparece como "experto" excavador, tras descubrirse el Cerro de los Santos (esculturas que comienzan a aparecer al haberse deforestado un bosque sito en este monte). En este momento, gracias a las dotes de charlatán que tenía el mencionado timador y a su carácter de "tiralevitas" decimonónico; consiguió granjearse la amistad de personajes como Juan de Dios Aguado y Alarcón. Quien en verdad fuera el primer estudioso del Cerro de los Santos, pese a que cometió el tremendo error de considerarlo un santuario visigodo. De igual modo, Aguado, confundido por las palabras y las continuas excavaciones que (decía) iba haciendo el "relojero" Amat, llega a nombrarle en sus escritos como "descubridor" del yacimiento. Tanta relevancia tomó aquel charlatán que pasaron desapercibidos otros trabajos verdaderamente serios sobre el monte de Yecla. Como es el caso los de Carlos Lasalde (insigne religioso de S.J de Calasanz), que fuera el primero en fotografiar el Cerro y en estudiarlo con verdadero criterio. Ni siquiera se dió importancia a los escritos sobre este de José Amador de los Rios; que negaba la consideración de Juan de Dios Aguado, manteniendo con muy buen criterio cómo aquel templo y sus esculturas no podían ser nunca visigodas.

De tal manera, en toda esa historia que envolvía de "misterio" aquel Cerro de los Santos", fue tomando una principal relevancia el que realmente sería un falsificador de muchas de ellas (el antes sacamuelas y curandero, famoso charlatán y timador: Juan Vicente Amat). Tanto fue así, que cuando el Museo Arqueolólgico Nacional envía en 1870 al lugar a Paulino Savirón y Esteban (conocido grabador académico de San Fernando), aquel queda impactado con la colección que decía Amat había excavado con sus medios en el subsuelo del Cerro. Por todo lo que decide invertir el dinero que le habían entregado -para llevar a cabo una campaña de prospeciones y hallazgos durante 1871-; comprando casi toda la colección de aquel. Timando el relojero al propio Museo Nacional, al que vende esculturas adquiridas en otros lugares (de muy distintas épocas) a más de las falsificadas por él mismo. Donde había puesto "gran énfasis", en grabar por su mano inscripciones; marcas y letras, que de mala fe y para que fuera mayor la dificultad en identificar y enteder, hizo incluso entre las piedras originales halladas en el Cerro -signos extraños y que nada tenían que ver con los iberos-.

Pero todo aquello que le reportó tantos beneficios en una época de su vida, terminó por arruinársela. Tanto que finalmente Juan Vicente Amat, moriría hacia 1898 en un hospital de locos ( la Casa de Misericordia de Alicante), tras saberse por todos hacedor de una patraña que obligó a una personalidad como Juan de Dios de Rada, a estudiar sus burdas copias como auténticas (quedando como un "hazme-reir" en parte de Europa). Unas piezas -tan falsas como su escultor-, que no pudieron catalogarse plenamente por entonces, puesto que aquel que las hizo se negó siempre a narrar cuales eran las debidas a su mano y cuales las auténticas. Produciendo con ello el descrédito entre las élites arqueológicas españolas; al conocerse la burla, precisamente gracias a la intervención y estudiosos extranjeros. Quienes las analizaron con menos "sentido patriótico" (y una mayor "frialdad"), determinando su no autenticidad-. Tras todo aquello, nadie volvió a pensar que el idioma escrito por los iberos pudiera estar emparentado con algunas lenguas helenas; teoría de Juan de Dios de Rada, que hacia 1880 queda "vetada" y olvidada (provocando incluso a día de hoy algunas sonrisas, si lo comentamos en foros arqueológicos).


AL LADO: Siguiente página de TEXTOS IBEROS; en la que podemos leer una frase donde Juan de Dios de Rada explica claramente su opinión sobre el idioma ibérico. Diciendo aquel sabio, en su "destripado" discurso de ingreso a la Academia: "¿Qué lengua se habló allí?. Para responder a esta pregunta solo puedo fijarme en las inscripciones descubiertas y que me han sido factibles leer (...) patentizan que la lengua de la región era la griega, modificada por dos elementos; el asirio y el ibérico y muchísimo más por el egipcio. En griego está la bella inscripción del Fénix (...) en griego puro está el epígrafe de silobato". Tras lo que termina diciendo: "El griego era el lenguaje del pueblo", Comparando a continuación, lo que pudo ser aquel idioma heleno entre los habitantes de la Hispania Prerromana, con lo que el italiano es en todo Aragón, o en Levante; donde entienden el habla de Petrarca con enorme facilidad (debido a los nexos habidos entre el lado Este de nuestra Península y la Itálica desde tiempos inmemoriales).

BAJO ESTAS LINEAS: Página del trabajo de Juan de Dios de Rada, publicado en MUSEO ESPAÑOL DE ANTIGÜEDADES:
"Antigüedades del Cerro de los Santos, en el término de Montealegre, conocido vulgarmente bajo la denominación de antigüedades de Yecla" en Museo Español de Antigüedades, Volumen VI, 1.875. En la litografía observamos piezas falsificadas por el "relojero" Amat, entre cuyas inscripciones imitadas a modo ibero, existe una que se repite y dicta algo como "XK O9 ES" (que más bien se parece un número de identificación, aquecualquier epigrafía ibérica). Tristemente, el investigador que entonces era director del Museo Arqueológico, comenzó sus estudios de ibero desde estas del Cerro de los Santos. Así, partiendo de conclusiones que bien pudieran ser ciertas y habiendo llegado a buen fin; por culpa de aquel timador sus tesis fueron víctima del mayor descrédito (lo que incluso llegó a desanimar a muchos otros arqueólogos a continuar sus estudios sobre el ibero, temiendo que la epigrafía que le presentaban fuera igualmente "de poco fiar").

Nunca sabremos si aquellas falsificaciones fueron simplemente hechas por el relojero de Yecla, para obtener unos beneficios económicos; o si detrás de todo hubo además el intento de dañar a los investigadores hispanos. Puesto que muy raro resulta que precisamente fueran extranjeros los que descubrieron el timo. A la vez, y muy poco depués algunos de estos que observaron y aseveraron las falsificaciones del Cerro de los Santos, contribuyeron a la compra y exportación a sus paises de piezas ibéricas; algunas tan importantes como La Dama de Elche (que en parte no se adquiere entonces por el Estado Español, al dudar sobre su autenticidad, tras los hechos relatados en Yecla).







AL LADO: Página 47 del libro que resumimos. Viene del epígrafe y párrafo anterior (ver foto superior), en el que comentaba acerca de los idiomas helenos, su antigüedad, extensión y dialectos. Exponiendo cómo tras los descubrimientos de Chadwik y Ventris, se sabe que los minóicos a mediados del II milenio a.C. ya hablaban una lengua cercana a la griega (un pre-aqueo). Suponiendo que tal como dice De Rada, había un idioma para el común entendimiento de los pueblos que comerciaban por mar y que debía ser un dialecto del heleno -al menos en el área Norte del Mediterraneo-. Afirmando Mario Gómez-Morán que sin un permanente contacto y una lengua establecida, que les permitiera hacer intercambios, fijar pactos y etc; es impensable que los griegos pudieran comerciar y menos establecer bases occidentales (emporios en puertos como los que tenían en la Península Ibérica). De tal manera sabemos cómo las ciudades costeras que los helenos fijan en el litoral del Levante, eran verdaderos enclaves sometidos a un "status de colonia" en territorio ajeno.

De tal manera, cree que hubieron de escribir y comunicarse gráficamente con los habitantes hispanos prerromanos, tanto como para llegar a redactar en alfabeto jonio sus "pactos". Todo ello, en ese abecedario arcaico heleno (greco-ibérico) que en nuestras tierras se llega a modificar en parte. Lo que le obliga a pensar (a Mario Gómez-Morán), que realmente había una gran aculturación por parte de los griegos, tanto como para haber llegado a crear un idioma común con el que escribir, pactar y hablar con los iberos (algo que les obligaría a introducir nuevos signos, por ser en algo distinto al griego puro). Pasando tras ello ya a exponer que en los escritos ibéricos se ve una dependencia clara cultural, entre el pueblo prehispano y el heleno. Finalizando con la exposición de que el idioma de la Hélade era común en todo el Mediterráneo, algo que incluso se puede comprobar en la Piedra de Rosetta, que contiene el texto también traducido en esa lengua -pudiendo haber sido en aquella época y para el Mediterraneo, el griego como "una especie de inglés" moderno; en el que comunmente trataban los empresarios, pilotos (de barcos) y gentes que habían de trabajar con, o en el extranjero-.





BAJO ESTAS LINEAS: Portada del discurso de ingreso a la Academia de la Historia de Juan de Dios de Rada. La escultura que aparece en la cubierta del libro es igualmente una de las que falsificó el joyero Amat, lo que da cuenta del daño que hizo a la arqueología de aquel momento el timo que hemos comentado. Tristemente, tras haberse descubierto la patraña y el engaño al director del Museo Arqueológico Nacional, las teorías de De Rada sobre el posible origen mediterraneo oriental de la lengua ibera, quedaron desechadas. Pese a ello, es perfectamente creible la hipótesis que afirma como el pueblo metalurgio (llegado desde Creta, Chipre, el Egeo o Anatolia) que colonizó la Península en el Bajo Bronce; fue el mismo que trajo un idioma, imponiéndolo en casi toda la Península. Siendo aquella lengua llegada desde Oriente (principalmente en el II milenio a.C.), la misma que luego hablarían los habitantes prerromanos. Ello, por efecto de una aculturación, debida a la búsqueda de metales que por todo el territorio y durante varios siglos llevaron a cabo gentes venidas desde el Este y por mar (algo que es a nuestro modo de entender la forma acertada de entender esta teoría dl origen "semi-heleno" del ibero).


Tal como en el pie de foto anterior exponemos, en nuestra opinión personal es una hipótesis perfectamente plausible, creer que la lengua que hablaban en común los iberos antes de la llegada de Roma, les había sido impuesta por sus colonizadores (muy anteriores a los latinos). Ello se muestra y se demuestra, porque al ser conquistados por los romanos les sucedería lo mismo; llegando a hablarse latín en toda la Península, en pocos siglos (por no decir "en pocos decenios" -para lo que basta tan solo que nazca una generación nueva que se eduque en la nueva lengua-). Por otro lado, evidentemente parece lógico pensar que en las colonias fenicias y griegas, se hablara como lo hacían aquellos llegados desde Oriente. Siendo evidente que así fue, porque hay epigrafia griega y fenicia en estos puertos como Gadir, Sexi o Ampurias. Por lo que siendo esos escritos púnicos y helenos, muy distintos a los que estudiamos; nos debemos plantear: ¿Qué lengua era esa otra, que redactaban en un alfabeto tan distinto los iberos?.

Según De Rada se trataba de un idioma "mezclado", de origen griego pero con raices comunes a los de Oriente Medio, e incluso influido por el egipcio. Pese a que "aquello" no existe (exactamente) lo más perecido a ese modo de hablar sería el creto-chipriota. Resultando curioso como Juan de Dios de Rada, fuera capaz de formular esta teoría aún años antes de que se descubriera el Imperio Minoico -incluso con casi un siglo de anticipación a que se estudiaran los escritos cretenses-. Llegándose a la conclusión de que así lo hizo porque es lo que dicta el sentido común. "Sentido común arqueológico" que nace tan solo de ver las piezas que se descubren pertenecientes a la Iberia prerromana, cuyo parecido con las de Oriente Medio, Grecia Arcaica y el Egipto coetaneo, es asombroso. De tal modo, si pensamos que aquellos que trajeron los metales y objetos, importaron tambien la cultura y que ellos mismos nos aportaron el idioma y la civilización. La conclusión es esa que dicta: Que lo iberos hubieron de hablar una lengua nacida en la zona de Grecia, Anatolia y Oriente Medio, e influida por otras cercanas a la egipcia (al menos en sus alfasilabarios o signos).

Por lo demás, en mi opinión personal, Juan de Dios de Rada -tanto como Mario Gómez-Morán- quizás tienen un problema al considerar que los primeros que aculturarían nuestras tierras y trajeron su lengua, lo hicieron en la Edad del Hierro. Puesto que yo creo que este proceso de llegada del idioma ibérico -común- se realizó principalmente durante el Bronce (fundamentalnete en la última fase de este). Ello, porque como hemos explicado, desde el 1600 al 1000 a.C., en el Oriente Mediterraneo se suceden terribles convulsiones, que hacen tambalearse primero al Imperio Minoico (incluso al egipcio). Cayendo más tarde (en el siglo XV a.C.) el Hitita, tras lo que posteriormente han de huir de las costas de Anatolia los llamados Pueblos del Mar. Hechos estos que se suceden desde la desaparición de los hititas, hasta el dominio y la profusión del Hierro por todo el Este Mediteraneo. Destruyendo los Hombres del Nuevo Metal, aquellos imperios que se habían asentado y crecido bajo el Bronce; quienes fueron pasto de los dueños de las armas de hierro (desde el siglo XIV- XIII a.C.). Todo lo que obliga a sucesivas oleadas de personas, que huirían a Occidente; procediendo de aquel mundo del Bronce y del Este mediterraneo, buscando refugiarse en otras tierras -siendo las mejores y más seguras, las más lejanas y ricas (como las nuestras o Italia)-.

De aquella aparición del hierro en Anatolia y de las gentes que huyeron del terrible brazo armado de los bárbaros que luchaban con un metal tan duro como fácil de extraer; se hubo de suceder la llegada de diversos pueblos que buscarían refugio en nuestra Península (o en la italiana). De aquello nacería -sin duda alguna y en mi opinión- el mundo etrusco y el ibérico. Por lo demás, otros de los convulsionados por la caida de las civilizaciones del Bronce y que pudieron establecerse en zonas más cercanas a sus tierras (como Anatolia interior, o la franja del actual Líbano); generaron también unas nuevas culturas, tales como: La Neohitita, o la que se llamó Fenicia. Civilizaciónes muy influidas por las predecesoras, pero que igualmente nacen formando pueblos muy distintos -tras la destrucción del mundo hitita, del minoico y con la profusión del hierro en Oriente Medio (desde el siglo XV al XII a.C., como hemos dicho)-.

Pese a todo ello, los fenicios -al igual que los griegos- no parece que culturizaran a los iberos hasta el límite de enseñarles su lengua. Algo que creemos se demuestra en que existe epigrafía en lenguas semíticas y helenas repartida por toda la Península; siendo estas completamente ajenas a la ibérica. Un hecho que nos obliga a pensar que el idioma de los iberos no era ni el griego (propiamente dicho) ni el fenicio (exactamente). Siendo aquel que -en nuestra opinión- fueron trayendo las gentes venidas del Egeo, de Creta y de Chipre durante este periodo comprendido desde el desastre del Minoico al final del Bronce (del 1600 al 1000 a.C.). Conformando una lengua ibéra, que sería común y en la que escribieron los habitantes penisulares prerromanos; de la que surgiría la última de las autóctonas que quedó en nuestras tierrras (el vascuence). Lengua aún viva, que seguramente es cercana en orígenes al creto-chipriota y por lo tanto está emparentada con el hitita y las caucásicas. Pese a lo que hoy en dia y por su evolución, tristemente quizás el euskera no sirve por si solo para traducir los textos iberos -puesto que habrá evolucionado tanto o más que el "latín que hoy hablamos" en las formas de francés, italiano o castellano-. De lo que en mi opinión, las interpretaciones de los textos iberos, habría que apoyarlas en radicales proto-indoeuropeos anatólicos, egeos (o creto-chipriotas).

Finalmente, la circunstancia de que los jonios escribieran en su alfabeto epigrafía ibérica, demuestra (también en mi opinión) que el idioma hablado por aquellos habitantes de la Península en época prerromana, no era el de los helenos llegados -que simplemente anotaron otra lengua, en un abecedario propio-. Por ello creo que hubo de ser una forma de hablar o escribir distinta a la helena; puesto que de lo contrario aquellos textos inscritos en greco-ibero (como se denomina) simplemente estarían redactados en griego arcáico. Todo ello me lleva a considerar, cómo siendo una hipótesis posiblemente cierta que la lengua de los textos iberos pudo ser de raiz igual a las helenas; no se pueda afirmar que era tan cercana a la griega (tal como De Rada o Mario Gómez-Morán afirman). Llegando a la conclusión propia de que se trataba de un neohitita, o un neo-cretense; idiomas muy anteriores y diferentes a los dialectos helenos (y que curiosamente están emparentados con el vascuence).

SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Diferentes litografías recogidas en MUSEO ESPAÑOL DE ANTIGÜEDADES, que publicó Juan de Dios de Rada en tres ocasiones (las láminas que recogemos son de
:"Antigüedades del Cerro de los Santos, en el término de Montealegre, conocido vulgarmente bajo la denominación de antigüedades de Yecla" en Museo Español de Antigüedades, Volumen VI, 1.875) . Las copias de esculturas que observamos son tan burdas como tristes. Si el lector tiene tiempo para aumentar la foto verá en la parte de abajo de esta imágen, un órbe en medio de "dos pseudo-naves". Mundo redondo (no admitido por Grecia hasta el geógrafo Ptolomeo), que para colmo lleva marcado un Ecuador. Para mayor burla, la figura del orbe no es como en la Antigüedad se representaba, sinó tal como ya Newton la describe (un globo achatado). Como decimos, se encuentra en medio de este Mundo, dos "especie de naves", bajo las que pone hasta ARGOS. Mención clara al viaje de los Argonautas, en el que se narra como Jasón y los suyos, marchando hacia el Este, terminan apareciendo por el Oeste. Ello porque los griegos (como todas las culturas marineras) conocían la esfericidad de la Tierra -pese a ello, darlo a conocer era "anatema religioso"; por lo que tan solo algunos filósofos y astrónomos que dominaban la ciencia, se permitían enseñar la esfericidad del Mundo; no siendo un tema que el pueblo llano pudiera saber, ni menos difundir-.

Eran los años en los que se descubre el Cerro de los Santos, fechas previas al IV centenario del descubrimiento de América (De Rada compra el lote de esculturas a Amat en 1872, veinte años antes de aquel evento). Precisamente es aquella igualmente una época en la que este IV Centenario significaba mucho para España. Un país en plena crisis nacional, que se debatía aún entre las guerras de las pocas colonias que le quedaban (apenas las tres últimas islas: Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas). Viviendo una meteórica decadencia -económica y de valores-; lo que llevó a llegar a solicitar la independencia al Cantón de Cartagena, e intentar hasta que Jumilla fuera un estado federado. En estos años de terrible crisis y cercanos al IV centenario del Descubrimiento, aprovechó Amat para crear esas figuras, entre las que esta del Argos, llegando al Occidente ya parece más una broma de mal gusto referida a la llegada de Colón hasta América... . Tristemente, la buena fe y la inteligencia sin malicia de nuestros académicos e investigadores, se vió literalmente asaltada por la mano del "relojero de Yecla". Tanto que tras comprar aquellas burdas y "burlas" de imágenes, llegaron a formular teorías sobre el origen del idioma y de la cultura iberas. No se sabe cuanta gente sufriría gracias a aquella "broma" hecha por el ambicioso Juan Vicente Amat (muchos y en especial el director entonces del Museo Arqueológico). Pero quizás lo más triste de todo aquello, fue al abandono de las teorías que intentaban unir los orígenes de la Península a Oriente Medio, Anatolia y al Mundo griego; relacionando ciclos míticos -como el del Vellocino de Oro o el de Heracles- con el principio de nuestra civilización. Hipótesis que quedaron desde entonces, como una "triste ilusión" soñada por ajenos a la realidad. Todos aquellos hombres tan ilustres, como Juan de Dios de Rada o Juan de Dios Aguado, quienes habían comprado y admirado las esculturas del "joyero Amat".



ABAJO: Otros ejemplos de estas figuras hechas solo con el fin de engañar a los arqueólogos por Juan Vicente Amat.














No hay comentarios:

Publicar un comentario