domingo, 8 de abril de 2012

Capítulo Anexo: ORÍGENES DE LOS SIGNOS QUE ESCRIBIERON IDIOMA IBÉRICO (alfabetos y letras en alfasilábicos).

El presente capítulo es ajeno y anexo al libro que vamos comentando.

[-Recogemos las páginas principales del libro "Textos iberos" (en imágenes); resumiendo a su lado el contenido, para quienes no tuvieran tiempo de leer las hojas escaneadas. Tras ello y en virtud de lo que se va exponiendo, añadimos nuestros comentarios y teorías. Opiniones personales, disertaciones e hipótesis sobre lo dictado en el libro, que incluimos en párrafos continuados a las fotos y en letra cursiva. Teorías propias que en algunos casos estarán de acuerdo con las incluidas en el texto que resumimos, aunque en otros, serán muy distintas.-]


1-ALFABETOS, SIGNOS Y SIGNARIOS IBÉRICOS:

Tal como exponemos, el presente capítulo es ajeno al libro TEXTOS IBEROS, estando en la misma linea de investigación aunque ha sido tan solo redactado por mí. Vamos a tratar en él de reconocer el orígen y la historia de los símbolos -o caracteres- utilizados en los alfasilabarios y en los alfabetos con los que se escribió el idioma ibero. Siendo aquellos los que a continuación recordamos: Primero y el más sencillo para su estudio, se encuentra el Greco-Ibérico; del que trataremos en esta entrada. De raiz helena y emparentado claramente con los signos arcaicos, se corresponde el hallado en nuestras tierras con los más antiguos de Jonia y del Egeo (del tipo girego). Habiéndose encontrado unas treinta tablillas (algunas de ellas plomos) inscritas en este abecedario, que aparece principalmente entre las zonas de Valencia y Murcia. Fechándose los escritos en greco-ibérico tras el siglo V a.C.; pese a que por su forma y tipología de signos muchos consideran que debiera elevarse en un siglo su antigüedad (dado que parecen más bien letras arcaicas helenas, cercanas al 650 a.C.).

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Tras este y en muy diferenciados lugares, se hallan los signarios verdaderamente ibericos; que se forman de caracteres silábicos y de otra "parte" que son propiamente letras. Por orden de antigüedad hemos de citar primero el tartessio o turdetano (también llamado Sudoriental), que hace su aparición en tierras del Oeste de Andalucía allá por el siglo VIII a.C.. Entre sus características principales se encuentra que suele escribirse de derecha a izquierda -como las lenguas semíticas- existiendo epigrafía en turdetano redactada de izquierda a derecha e incluso en bustrófedon . Tras este de Tartessos, siguentes tipos de alfasilabarios prerromanos -muy similares al turdetano- surgen en la Península. Siendo los "continuadores" en esta fórmula de escritura otros signarios como el llamado "Ibérico Meridional", que cubre el lado Sur y Este peninsular, principalmente de Granada a Levante). No tan antiguo como el anterior, se halla sin embargo con bastante profusión ya desde el siglo V a.C.. Similar cronología tiene el que se denomina "Ibero Nororiental", que cubre la franja compredida entre el reino de Valencia y el de Barcelona (de Murcia a Cataluña) y que incluso se introduce y "sube", por el valle del Ebro. Posteriormente (desde el siglo IV al II a.C.) ya se extiende esta escritura alfasilábica por el centro de la Meseta, con otro tipo de signos muy próximos a los del Nororiental, conformando ese último el denominado alfasilabario Celtibérico.

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En posteriores entradas estudiaremos con más detenimiento y conforme a las últimas investigaciones, los tipos de alfasilabarios y alfabetos en los que se escribió el idioma ibero. Pero para el denso artículo que hoy debemos desarrollar, en el que nos centraremos fundamentalmente en el "jonio de Levante", nos bastará con saber que hay cuatro formas de escritura en íbero muy diferenciadas: Primero, la redactada en alfabeto griego arcaico ("greco-ibérico") y tras ella los alfasilabarios, que usan signos propiamente peninsulares. Siendo distinguidos por su área y cronología en: Tartessio, o ibérico del Sudoeste (el más antiguo y que comprende el Sur de Portugal, zonas de Extremadura y Huelva, tanto el Bajo Guadalquivir). Al que le siguen, el Meridional (o del Sur) ; el Levantino (o Nororiental); y finalmente el más tardío, que será el de la Meseta (del interior peninsular) denominado comunmente como Celtibérico. Con arreglo a estas divisiones los estudiaremos. (Nota: Dejamos al margen el análisis de los signos alfabéticos latinos en los que también se inscribieron textos iberos, pues son ajenos al estudio que debemos hacer y simplemente se trata de caracteres romanos arcaicos).


AL LADO: Signos en los que se escribió la lengua ibérica, tomados de TEXTOS IBEROS. Con alfabeto romano (a la izquierda) y heleno (a la derecha). El último es el que han llamado signario jónico de Iberia, o ibérico heleno-arcaico; que se denomina finalmente "greco-ibérico". Como dijimos, dejamos al margen y no estudiamos el ibero en caracteres arcáicos latinos (debido a que son simplemente el efecto de una romanización -perfectamente documentada-). Por lo que procedemos directamene al análisis del alfabeto greco-ibérico.



2- REFLEXIONES SOBRE LA EXISTENCIA DE EPIGRAFÍA IBÉRICA EN ALFABETOS EXTRANJEROS:
La primera reflexión que nos confiere observar estos dos alfabetos de la imagen superior y en los que se recogió la lengua prerromana peninsular, es la de que este era un habla muy diferente y distinta a la de los colonizadores -quienes curiosamente, la plasmaron con letras griegas o latinas arcaicas-. Como referimos, extrañamente aquellos llegados hasta nuestas tierras, quisieron redactarla y conservarla en sus alfabetos propios. Y aunque lo que decimos pueda parecer una "verdad de perogrullo", tiene "su aquel" puesto que la aparición de esta epigrafía en grecoibérico (tanto como la latino-ibérica) se produce exactamente en tiempos de la gran afluencia de colonos hasta la Península, cuando estos pudieron intentar simplemente imponer o redactar su lengua propia. Un hecho que en el caso heleno confirmaría la circunstancia de que al llegar esos griegos que redactaron el idioma ibero en su alfabeto (siglo VI a.C.), debía existír una cultura prerromana desarrollada en la Península. Al igual que deja ver una lengua común, sino a todos, sí a muchos de los habitantes de nuestras tierras, bien diferenciada y como rasgo aglutinanate de su población. Ello podemos afirmarlo porque gran parte de los vocablos que recogieron en alfabeto grecoibérico, aparecen igualmente en el resto de signarios: En la epigrafía alfasilábica e incluso en la latina (se cual sea su época y lugar).
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Este es un primer hecho que nos lleva a concluir que los iberos tenían (o redactaban) una lengua común, o muy parecida. Algo que puede afirmarse en base a que en los textos del Sur hasta el Norte (la Meseta), sea cual sea su época aparecen voces similares o iguales. De lo que puede concluirse que si muchas palabras iberas -tales como "Shalir"-, están inscritas en textos grecoibéricos, latinoibéricos y en ibérico alfasilábicos, es que su idioma era similar. En el caso citado de SHALIR, leése aquella palabra hasta en las monedas (de Lérida, por ejemplo: "iltirte-shalir") al igual que en diversos plomos y cerámicas (Serreta A-1; Villares V-B-3 y V-B-12, Orley VI-13, etc). De lo que la conclusión primera sería la de que los habitantes peninsulares prerromanos hablaban (o escribían) todos una lengua muy próxima y lo habían hecho así durante siglos. Idioma que sería de gran importancia, tanto como para que los griegos llegados desde el otro lado del Mediterráneo (ya en el siglo VI a.C.) o los romanos que nos colonizaron, se vieran "impulsados" a esribirla o quisieran "aprenderla".
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Decimos bien al usar la expresión "aprender", puesto que es imposible que los helenos enseñaran a escribir en sus caracteres a los nativos peninsulares, sin comprenderse (unos y otros). Muchos nos preguntan cómo en el siglo VI a.C. -o en épocas aún más remotas- podían valerse los exploradores de algo tan sofisticado como intermediarios y traductores. Algo que tiene una respuesta tan sencilla como la que siempre damos: Para ello, basta llevar (voluntariamente o por la fuerza) a vivir un tiempo hasta Grecia, a adolescentes del lugar elegido para colonizar. Periodo no muy largo y tras el cual aquellos "emigrados" serían ya adultos, amantes de la cultura y del progreso helenos, tanto como bilingües. Chicos preparados como los de las élites griegas, que tras una educación esmerada podrían retornar a su tierra de origen; donde primero actuarían de traductores e intermediadores, para más tarde pasar a conformar la élite (ibérica en nuestro caso). Este proceso tan simple, en el que basta "tomar" un grupo de chicos que juegan en las playas y llevárselos a escondidas hasta Grecia. O bien, comprar niños iberos recién esclavizados por otros pueblos, para adoptarlos y educarlos en la Hélade como ciudadanos y luego liberarlos en su lugar de origen. Es el que seguramente siguieron los exploradores primeros que llegaban desde el Oriente Mediterraneo hasta nuestras tierras. Un método tan sencillo como lógico y que puede explicar el hecho de que algunos de estos "traductores", o incluso griegos verdaderos afincados en nuestra Penúnsula, deseara perdurar el idioma ibérico en epigrafía redactada con alfabeto heleno arcaico.

AL LADO: Alfabeto griego arcaico, pintado en la parte posterior de un Kilis -vaso cerámico de vino-, fechado hacia el siglo VI a.C. (propiedad del Museo Nacional Atenas, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). En este precioso "cuenco" para degustar y mezclar los caldos vinícolas -con los que tanto disfrutaban los griegos-, aparecen los caracteres de un signario heleno muy antiguo y cercano al que se usó en la zona de Valencia-Murcia para escribir la lengua de los íberos. Sin duda alguna el vaso tuvo más un uso de diversión que un sentido didáctico; ello porque los habitantes de La Hélade acostumbraban a banquetear mezclando primero el vino en un kilis o cuenco de fietas (rithon etc). Dado a nunca bebían en estado puro el mosto fermentado, por considerarlo una costumbre bárbara (a la que llamaban "beber a la escita"). Así que valiéndose del vaso cerámico, ponían sobre aquel la especias y rebajándo el "caldo" con agua o zumos -batiendo dentro del kilis, miel, canela, anises etc.; conformando lo que hoy se llamaría un vermouth e incluso una sangría o un ponche-. Tras ello se iba pasando el cuenco de fiesta, del que bebían principalmente los que iban a decir algo genial, gracioso o interesante. Siendo muy apreciado el ingenio y la poesía, en estas reuniones en las que se degustaba el vino mezclado, de forma circular y por turnos.
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Por cuanto decimos, el alfabeto que vemos en el vaso, muy posiblemente tenía un sentido más relacionado con la fiesta y el banquete, que con la enseñanza; pudiendo haberse utilizado para hacer rondas de adivinanzas o chistes relacionados con las letras. Confirma todo ello, los remates que tiene con las flores de corazón ahigado. Siendo este símbolo del amor, el "estandarte" de las bacanales y de las celebraciones dionisiacas, por cuanto significaba la semilla del Silfium. Aquel silphium era un vegetal extinguido desde el siglo I de nuestra Era, que se cultivaba fundamentalmente en Cirene y que fue tenido por el más efectivo afrodisiaco. Tanto que presidía todas las fiestas orgiásticas y las bacanales; sabiéndose que hasta su desaparición, los comunes asistentes a orgías consumían silfium como bien preciadisimo. Por cuanto, aquellas dos ramas de las que salen estos "corazones del amor" seguramente hace referencia a una las "especias" que pusieron mezclar en este vaso, durante los banquetes.






3-ALGUNAS CONCLUSIONES SOBRE LA APARICIÓN DE EPIGRAFÍA PENINSULAR INSCRITA EN GRECO-IBÉRICO:
Como veníamos apuntando antes del comentario a la imágen superior, la aparición de textos iberos en alfabeto griego (y hasta latino) es un hecho insólito que apenas ocurre en otras lenguas, siendo aquello una circunstancia que nos invita a pensar dos cosas: La primera es que el alfasilabario fuera tenido como un "metodo antiguo", cuando se cambió nuestra lengua prerromana peninsular a caracteres helenos (entre los siglos VI al V a.C.). Una situación vivida después del siglo VII a.C., cuando se expande por todo el Mediterraneo el abecedario -inventado unos cuatrocientos años antes en Fenicia y que sustituyó los silábicos y a los picto-jeroglíficos-; tras lo que que escribir en silabarios pudo ser como redactar hoy en día (en plena era digital) en "máquina de escribir". Todo lo que nos hace suponer que algunos griegos venidos hasta tierras de Levante (asentados en Hemeroskopeion, Alonis, Leukade, por ejemplo), habrían enseñado a las élites iberas un nuevo signario. Convenciendo a los nativos peninsulares de que el alfabeto heleno era un método mucho más preciso y sencillo para recoger palabras que el sistema "anticuado" y por sílabas como comunmente usaban los iberos.

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Pese a cuanto anotamos en esta primera conclusión que afirmaría la posibilidad del abandono parcial en una zona de Iberia del alfasilabario autóctono, por considerarlo obsoleto (o un método antiguo). Existe otra opción histórica distinta a tener en cuenta y que sería la de que fueron los griegos (y no los nativos) quienes redactaron esos textos en lengua peninsular, con sus signos importados hasta Levante. Algo que pudieron realizar los llegados a nuestras latitudes de manera ritual y en homenaje -u honor- a quienes les acogían en sus tierras. Una hipótesis que choca con un hecho que tristemente nunca se produjo: La falta de textos bilingües (que en este caso serían en idiomas ibero y griego simultaneamente, no en alfabeto greco-ibérico...). Puesto que cuando se escribe epígrafía de estas características, realizada por gentes emigradas de Oriente, en alfabeto propio pero en la lengua del lugar; en numerosos casos se recoge la inscripción en los dos idiomas: El autóctono de la nueva tierra donde se llega y el de aquellos venidos a ella, que lo redactan.

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Tristemente, en el caso del grecoiberismo -y de todo el mundo ibérico que sepamos; tras más de dos mil hallazgos de inscripiciones-, nunca se ha producido este fortuito hecho (lo que podía haber ayudado a resolver definitivamente nuestro idioma prerromano). Por todo cuanto creemos que los textos levantinos redactados en alfabeto griego e idioma autóctono, fueron fundamentalmente escritos y ordenados por iberos que aprendieron un signario importado por los colonizadores. De lo que deducimos que en aquellos no había una participación de escribas propiamente griegos, ni de traductores helenos; por lo que no pueden considerarse en principio pactos, contratos o intercambios entre los llegados a Iberia y los habitantes de nuestra Península.

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BAJO ESTAS LINEAS: Sala de las estelas tartessias (o de la cultura del Primer Hierro Peninsular, del Sudoeste) del Museo de Cáceres; al que agradecemos nos permita divulgar la imágen. En el extremo izquierdo de la imagen, tomando fotos, el autor de estas lineas. Al frente, bella decoración con múltiples estelas de guerrero (diademados, con escudo, armas e instrumentos), fechadas entre los siglos XI al VIII a.C.. Procedentes de la cuenca del Guadiana al Tajo, de la primera Edad del Hierro peninsular; pertenecen a lo que se denominaba anteriormente por genios como Schulten, Maluquer, Almagro, Carriazo, o Gómez-Moreno: Cultura tartessia.




4-LOS CREADORES DEL ALFASILABARIO Y LOS QUE RECOGIERON IBERO EN CARACTERES ALFASILÁBICOS Y JONIOS: DOS PUEBLOS "ENCONTRADOS" QUE PROPORCIONARON SISTEMAS DE ESCRITURA A NUESTRA PENÍNSULA.


Por otro lado, la segunda conclusión sobre la circunstacia que tratamos, es la de que hubo dos inmigraciones desde el Egeo, y de pueblos muy diferentes. Estas serían: Una primera, protagonizada por cretomicenios, con la que se importaría el método antiguo y alfasilábico, llegado de zonas Orientales cercanas a Fenicia o Anatolia, donde escribieron con esta fórmula  (conservándose en Chipre el silábico hasta el siglo IV a.C., tanto como en el área Creto-Chipriota y en las costas Sur de la Actual Turquía, donde existió al menos hasta el VII a.C.). Siendo estos primeros, procedentes del mundo creto-egeo, los colonos que habrían venido antes del siglo VIII a.C. importando el silabario, al arribar y centrárse en el Sudeste peninsular -sobre la zona de Tartessos, donde aparece el mencionado alfasilábico más antiguo-.
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Por su parte , una segunda (o distinta) migración ya de griegos, llegaría hasta Levante. Gentes que serían propiamente helenos (dorios) y más en concreto Rodhios, Focenses o Jonios; quienes costeando el litoral Norte del Mediterraneo y a través de puertos-escala como Massilia (Marsella), se establecerían en la Península. Sabemos que algunos de estos griegos ya en el siglo XI a.C. estaban asentados en el Cabo catalán que tomó el nombre de su tierra natal: Rosas, así denominada por Rodas (al igual que lo fué la "polis" Rhode, predecesora de Ampurias -Emphoriom- y que según Estrabón estaba fundada hacia el 776 a.C.). Pese a todo, la arqueología habla de que las fundaciones y hallazgos de verdaderos emporios o ciudades griegas en Levante, es más tardía. Concretamente pertenecen justo a los siglos en los que aparece por primera vez el alfabeto greco-arcaico (entre el VI y el V a.C.). Todo lo que hace sospechar que las primeras incursiones o llegadas de estos colonizadores griegos (rhodios, jonios, focenses etc) venidos desde los siglos VIII al VI a.C., no fue más allá que simples expediciones "a la aventura" comercial. Sin constituir un mercado abierto con puertos helenos establecidos en Cataluña o en Levante, lo que parece no se logra hasta el declive de Tartessos (tras la batalla de Alalia, en el 535 a.C.). Lo que habla de que estos segundos colonos llegados desde el Egeo, heredaron o sucedieron a los anteriores: Los creto-chipriotas que se habían establecido en el área del Guadalquivir unos cinco siglos antes y que trajeron el silabario.
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De todo cuanto hemos expuesto, concluimos que en las primeras migraciónes Orientales (del siglo XII al IX a.C.), vinieron hasta nuestras tierras creto-egeos (no dorios). Gentes de origen micenio, que colonizaron el Sur Peninsular -concretamente el Sudoeste- y "fundaron", o dieron origen a Tartessos (para quienes no gusten de los "legendarios terminos" Tartessos o Tarshis, pueden denominar como mejor deseen a lo que es una evidencia: La civilización ibero-atlántica del Sudoeste en el Hierro). Tal como decimos, creemos que esta primera "ola prehelena", formada por pueblos gradualmente llegados desde Creta, Chipre, las Cícladas o las costas de Asia Menor, trajo hasta la zona con mejores minas del Mediterráneo a los habitantes huidos o venidos del Egeo. Buscando refugio o bien los yacimientos de oro, plata o cobre, fuera de ese mar "de todos" (en el Atlántico); arribando así hasta Iberia que entonces gozaba de las minas más importantes de la Antigüedad (concretamente las del Bajo Guadalquivir y la Ria de Huelva y tras ello las de toda la costa oceánica, hasta Galicia). Por su parte, las migraciónes desde Oriente principalmente serían producidas por la expansión del Hierro en Asia Menor y de los griegos tras la caida de Troya; lo que en nuestra opinión provocaría la huida de las civilizaciones autóctonas del Egeo pertenecientes a culturas del Bajo Bronce (los micenios y los creto-chipriotas). Quienes acosados por las invasiónes dorias de los siglos XII y XI a.C., finalmente optarían en gran parte por marchar a un lugar fuera del alcance de los nuevos dueños del Egeo. Una tierra enormemente rica en metales, de lo que surgiría a nuestro modo de ver, la cultura tartessia (o atlántico-turdetana de comienzos del I milenio a.C.); civilización que usó por primera vez un signario para escribir ibero.
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Todo cuanto exponemos se explica por la aparición gradual y cronológica en nuestras tierras de gentes que hubieron de huir de las convulsiones que el Hierro trajo al Oriente Medio y a las costas del Sur Anatolia. Bastando para verlo, comprobar cronológicamente la aparición de restos o tipología de arte venida desde el Este (mediterraneo) en nuestras tierras; conforme y a la vez que estas mismas desaparecen en el otro extremo del Mediterraneo. Evidentemente, de cuanto hemos ido narrando nos falta la historia de otra civilización que se acerca en estas mismas fechas a nuestras tierras: La Fenicia. Pero aquellos, entonces no lo harían como huidos, ni como refugiados (llegando de forma desordenada hasta el Sur de España); sinó que los púnicos vinieron de manera muy distinta, en calidad de "mercaderes" y "marinos". Ello, porque entre los pueblos del Hierro se encontraban estos fenicios que emergieron desde el siglo XV a.C., al abrigo de la cultura de Biblos. Ciudad portuaria milenaria que trabajaba para Egipto y que proporcionaba la flota y las maderas al faraón y sus súbditos.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, estela de Torrejón el Rubio, que representa una figura humana con casco y escudo. Fechada hacia los siglos IX al VIII a.C., es propiedad del Museo Arqueológico de Cáceres (al que agradecemos nos permita divulgar la imágen). Se trata esta estela de un ejemplo de lo que consideramos la primera colonización de pueblos llegados desde Oriente y del Egeo; de los que surgiría pocos siglos después y como fruto de su aculturación, la civilización de Tartessos (que desarrolla depués del siglo VIII a.C. su alfasilabario y su "periodo orientalizante").
ABAJO: Depósito de final de la Edad del Bronce en Extremadura, etapa que definiríamos como pretartessia (fin del II milenio, principios del I a.C.). Se trata de un pequeño ajuar de los muchísimos que se han hallado en estas tierras que comprenden de la Sierra de Gata hasta Huelva, donde la riqueza de sus minas en metales era inimaginable entonces (desde el III al I milenio a.C.). Agradecemos al Museo Arqueológico Provincial de Cáceres, nos permita divulgar la imágen.




Enclave que por sus ricos bosques de los famosos Cedros -hoy del Líbano- y su cultura, dió nombre al libro (de Biblos). Pero del que hemos de pensar que tras el volcán Tera Santorino y la Caida del Imperio Medio egipcio (hacia el 1650 a.C.), hubo de sufrir también tremendas convulsiones. Hechos por los que llegan poco después hasta su zona (Oriente Medio y Canaan), pueblos semitas y otros venidos del Sinaí. Quienes unieron sus ancestros mesopotámicos o arábigos a la civilización marinera bibliota y de donde surgen civilizaciones como la Fenicia y la de Israel (cuyos orígenes fueron muy similares, aunque les separaba su religión; ya que de la judía nace directamente el Cristianismo, mientras los ritos feniciós nada tuvieron que ver con los abrahámicos).
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Tal como exponemos, desde el siglo XV a.C., los pueblos que llegaron a la franja litoral de Oriente Medio próximo a Biblos fueron generando una nueva cultura, que termina culminando en las ciudades de Tiro y Sidón como capitales púnicas. De tal manera, con la expansión del nuevo metal (el hierro) y la muerte final de las civilizaciones del Bronce (las micénicas, que estaban asentadas en Creta, Chipre y las islas del Egeo), Fenicia se va convirtiendo poco a poco en la dueña marítima y comercial de Oriente Medio; sustituyendo a Biblos como emporio para el mercado con Egipto. Pese a ello, desde el 1212 a.C. (aproximadamente) comienza a surgir un nuevo pueblo en la zona de Anatolia y de la actual Grecia. Este sería el heleno, nacido y aglutinado tras la caida de Troya; enclave y cultura también perteneciente a la Edad de Bronce, al ser el paso nacesario hacia la minas del cobre (sitas en el Cáucaso, al extremo Este del Mar Negro). Finalmente, poco después de vencida Troya a fines del siglo XIII a.C., entre los helenos emergen como sus gentes más guerreras y duras, los dorios; quienes se hacen con el poder desbancando a los aqueos. Dominación doria que iría invadiendo todo el territorio de la antigua Micenas, llegando a "gobernar" pronto gran parte del Egeo y de Anatolia (tanto como toda la actual Grecia).
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El problema griego, para los fenicios debió ser muy grave; pese a que hasta el siglo VIII a.C., la Hélade ni su marina tuvieron fuerza para "hacer sombra" a los púnicos. De ello parece obvio y evidente que para hacer frente a la naciente Grecia, los púnicos se aliaran con algunos de sus enemigos: Principalmente los antiguos micenios refugiados en Chipre, siendo "utilizados" estos como "territorio colchón", al situarse su isla entre Fenicia y la Hélade. En estas condiciones sociales y políticas, hemos de suponer que llegaron hasta las costas de Iberia los de Tiro y Sidón, como aliados -e incluso "transpotistas"-  de los creto-chipriotas. Gentes de los que muchos hubieron de venirse a refugiar hasta nuestra costas en esos siglos (del XII al VIII a.C.), huyendo del Egeo invadido. Estos fenicios que nos visitaron, tanto como de esos otros pueblos que entonces llegaron desde Chipre y de Oriente Medio; es obvio que trajeron el Hierro a nuestra tierra. Pero de ellos igualmente llegó la escritura; naciendo de la mezcla de signarios propios importados por aquellos hombres asentados o visitantes de Iberia. Dando como fruto primero el alfasilabario tartessio (o turdetano del Oeste; también denominado del Sudoeste y que es el origen de todos los alfasilábicos ibéricos).
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Finalmente añadiremos que la colonización del Bronce y del Hierro en nuestra Península llegó por mar y desde Oriente Medio. Algo que es indiscutible y que se razona tan solo con el hecho de que en nuestras tierras aparecen estos primero en los litorales (de Sur a Norte), que en su centro y en los Pirineos. Entrando evidentemente cada uno de los metales por el Mediterraneo. Siendo más claro el caso del hierro, que tardará unos cuatro siglos más en "venir" por tierra (nos referimos al "traido" por los celtas). De tal manera, hemos comprendido que estas gentes que vinieron desde el Este mediterraneo cuando acababa el II milenio y comenzaba el I a.C., son las que se corresponden con "la primera ola de colonos egeos", que no es igual a la segunda (la propiamente griega). Puesto que como expresábamos, los rhodios, jonios o focenses (de los que se dice hacen su aparición en tierras catalanas entorno al siglo VIII a.C.), en verdad parece que no se asientan, ni tienen un comercio estable hasta doscientos años más tarde. De tal manera, con la venida de estos segundos colonizadores egeos (helenos verdaderos, ya de herencia doria, no micenia), se desarrolla el alfabeto greco-ibérico. Una "nueva forma" de escribir en íbero, surgida hacia el siglo VI a.C. y que se da tan solo en la zona Levantina. Siendo esta que hemos narrado "en resumidas cuentas" la Historia y origen que creemos tuvo el signario que en las imágenes de abajo analizamos. Pudiendo ya pasar a estudiar el alfabeto greco-ibérico y sus similitudes con sus atecesores en el Egeo, en Fenica y en la Península Ibérica.



JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado esquema comparativo pintado por mí, conteniendo las letras de los alfabetos fenicios de AHIRAM siglo XIII a.C.; MESA del siglo IX a.C.; ECHMUNAZAR del siglo VIII a.C.. Tras estos el GRIEGO ARCAICO del siglo VII a.C. y el GRECO IBÉRICO del VI al V a.C.. Después, las letras de los alfasilabarios: IBÉRICO ORIENTAL e IBÉRICO MERIDIONAL (de los siglos V al IV a.C.). Finalmente los greco-egeos de: CRETA (siglo VIII a.C.), TERA (siglo VIII a.C.), NAXOS (siglo VII a.C.),CÓRCIRA (siglo VII a.C.) y BEOCIA (siglo VIII a.C.). Nos será facil con este plano, ver que el origen de los alfabetos griegos son los fenicios, tanto como de los ibéricos son los egeos (muy infuenciados por los de Fenicia).
ABAJO: Cuadro comparativo pintado también por nuestra mano, con las letras de los alfabetos ibéricos (no contiene las sílabas), el greco-ibérico y otros dde su época. De arriba abajo: Griego Clásico en mayúsculas; Jonio; Griego arcaico del Ática; Fenicio de Mesha, siglo IX a.C.; Ibérico Meridional e ibérico Oriental; Cretense de tipo griego, siglo VIII a.C.; de Tera (junto a Creta), siglo VIII a.C.; Tartessio. Observemos detenidamente el parecido con las letras, llegando pronto a la colclusión de que el origen de los ibéricos (incluso del greco-ibérico) está en el de Tera, Creta, Jonio y Mesha.








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